30.8.08

parábola de la labor literaria

a todo aquél que se haga llamar escritor


No hay manera, se lamenta Filemón tras levantarse del inodoro. Su rostro pálido, como el de un desertor decepcionado, atraviesa la reducida habitación desde el baño hasta la puerta. Tres días después, su vientre se asemeja al de una mujer en cinta. Esporádicos gases malolientes le proveen un hálito de esperanza, tomando en cuenta que ninguno de sus rudimentarios métodos para evacuar ha dado resultado. Al sexto día, un ataque de lucidez entumece su rostro. Escudriñando su estómago cae en la cuenta de que, desde el inicio de lo que él creía un simple estreñimiento, no había forma posible de defecar puesto que llevaba días sin probar bocado. Todo tiene su lógica, se reprocha. Filemón vive en la calle, debajo de un puente. Lo que más le duele son los 75 centavos que pagó por usar un baño en condiciones, en vez de haber comprado pan y entonces sí: defecarlo más tarde, detrás de un arbusto de algún parque, junto a sus camaradas. El resultado, como ahora lo ve, habría sido el mismo.

1 comentario:

igne fatui dijo...

ja!!...