12.6.11

añoranza

eran ojos, ojos que olían a agua pura
como clamidosaurios floridos y apacibles
que observaban a sus presas de rodillas, en el Cielo...
sus corazas eran miércoles cenizos y sus garras,
bisiestos y argeñados cardamomos;
el Sol, un viejo con canas otoñales
barnizando el recuerdo de su infancia con cerezas
y con severidad de piedra pómez...
su sombra, hambrienta y sanguinaria,
cantaba el Aleluya de los Gallos