30.8.08

parábola de la labor literaria

a todo aquél que se haga llamar escritor


No hay manera, se lamenta Filemón tras levantarse del inodoro. Su rostro pálido, como el de un desertor decepcionado, atraviesa la reducida habitación desde el baño hasta la puerta. Tres días después, su vientre se asemeja al de una mujer en cinta. Esporádicos gases malolientes le proveen un hálito de esperanza, tomando en cuenta que ninguno de sus rudimentarios métodos para evacuar ha dado resultado. Al sexto día, un ataque de lucidez entumece su rostro. Escudriñando su estómago cae en la cuenta de que, desde el inicio de lo que él creía un simple estreñimiento, no había forma posible de defecar puesto que llevaba días sin probar bocado. Todo tiene su lógica, se reprocha. Filemón vive en la calle, debajo de un puente. Lo que más le duele son los 75 centavos que pagó por usar un baño en condiciones, en vez de haber comprado pan y entonces sí: defecarlo más tarde, detrás de un arbusto de algún parque, junto a sus camaradas. El resultado, como ahora lo ve, habría sido el mismo.

prolongación (warning)


no permitas que quimeras salgan de paseo desde mi boca
[cuadro de pilar albarracín, en arco 2008]

mentiras

cabrá decir y habráse visto
que fui tu esclavo
y que soñé ser libre
cabrá mentir y habráse visto
que tú tambien
y que soñaste demasiado

28.8.08

guantánamo (eterno galeote)


y vi, y dije, y permanecí adentro, siempre adentro...

cotidiano

suena la alarma y mientras abres los ojos no recuerdas por qué has dejado pasar tanto tiempo sin desprogramarla. sales de la cama y no te importa llevar otra vez la misma ropa de hace una semana. otro día. huyes de casa. afuera, eres un individuo gris, desaliñado, somnoliento, con aliento a perro muerto. bebes café en el bar de como se llame y empiezas a internarte mansamente en los avatares del día. con falso interés, lees los titulares de los periódicos, pagas y te echas a andar por la calle.

un libro viaja contigo. lo has cogido al azar de tu inmensa librera. lo abres mientras caminas. una foto cae al suelo. la recoges y la limpias con la manga de tu camisa. se ha manchado de algo líquido. ¿saliva? hmmm... observas la imagen. eres tú. ocho años. alzabas los brazos mientras tu madre se disponía a lanzarte una pelota de plástico. el patio de tu casa era tan grande como tu sonrisa. una hilera de recuerdos se apodera del momento. aligeras el paso para no recordar y te distraes viéndole el culo a la cuarentona que llevas delante.

el Metro está ahí, lo tienes en frente. el Metro te divierte. siempre que entras te sientes arropado y disfrutas de cientos de miradas frías y gestos anodinos. vas de una estación a otra. juegas con el ascensor de cada vestíbulo. sabes cómo entretenerte. por la tarde, presintiendo el arribo de una tenue dosis de tedio y luego de haber comprado libros que no leerás, discos que no escucharás y ropa que sólo te pondrás una vez, vuelves a casa. en la esquina, regalas el libro (foto incluida) a un borracho que te pide una moneda.

entras en casa. tiras las bolsas. te repugna el hecho de comprar sin ningún motivo. el sofá te espera. duermes, duermes como un osezno cansado de corretear detrás de su madre, haciendo monadas. duermes sin reparar en el tiempo. luego, abres los ojos. las 2 a.m. a tientas, buscas tu cama a la vez que te desnudas. la encuentras. la funda está helada. ¿y tú? tú estás solo, como un grillo en un recóndito rincón de un sótano en una casa enorme, inmunda, abandonada.

18.8.08

síndrome de darío


en plena vigilia, veía cisnes... con los ojos cerrados, desnudos, desemplumados

poema de la pasión

lo que quería el corazón
era ofrecerme excusas,
su manera de violar mi noche
haciendo añicos al poeta,
causando incendios torpes
en donde hubiese fetichismo,
agudizando los sentidos
hasta morir en el intento;
lo que quería el corazón
era ofrecerme una merluza

cada cual con lo suyo

fue un carnaval muy peculiar, la verdad. cada cual llevaba lo suyo: leopoldo alas, manolito gafotas, pedro navajas, truman capote, javier marías, peter pan, antonio banderas y günter grass, para que la cosa estuviese entretenida

16.8.08

lógica del gemido

nada tan maravilloso como soplarte al oído mi estación de espuma

invasión


mi temor era ridículo, se basaba en suponer que estas cosas no pasaban

13.8.08

simbólica-avícola

eso que llaman paz es un estado utópico, un engaño del tamaño del bocio de una ballena azul interplanetaria, como la felicidad y la vida eterna, farfulló mientras era conducida por un agente. molesto, y ya en la patrulla, éste le sugirió que callase, que ya estaba bien de despotricar sin motivos, que se buscara un pretexto más convincente; el hambre, por ejemplo. lo he hecho porque no creo en la paz, insistió, a regañadientes. en el asiento del copiloto, una bolsa de Zara con diez palomas muertas y una botella de vinagre.

in órbita

yo sólo soy un pérfido planeta que se quedó sin habitantes

11.8.08

hairy pussy cat


deja que maulle entre tus piernas

gift

el fin del mundo
como feto
que se enfrenta
a sus entrañas
como un día siguiente
que se flagela
luchando
para darte serenata

IQ -25

en un pequeño pueblo alrededor de Ashland, Kentucky, John ve la tv con su hijo Terry de 5 años. las imágenes diarias de la guerra de Irak son desoladoras. cuerpos incinerados, soldados y civiles mutilados, grandes manchas negras de sangre decorando calles y muros en ruinas, cañones escupiendo fuego en mitad de la noche, mujeres sin rostro alzando las manos al cielo y gritando cosas que John no entiende. cuando John se levanta del sofá, suspirando fuertemente y diciendo no con la cabeza, Terry lo ve y corre hacia madre para contarle que padre está triste. madre lo sabe. todos en el pueblo lo saben y todos están tristes. la guerra fue un error y una tragedia. mientras John contempla su pequeño arsenal de armas acondicionado sutilmente en la pared del salón y destapa una cerveza, se da cuenta de que cada vez las usa menos. la guerra es un error y una tragedia: el precio de las balas en todo el país está por las nubes.

7.8.08

personas humanas


ser es algo que no nos podemos permitir en estos momentos

bolero venéreo

plántate en el cielo
a esperar que autistas querubines
traigan panaceas
para evitarte el dramatismo
que te cuelga de los pechos
y miénteme con el cariño
que te invade
por sentirte parte
de esta madriguera

hipopótamo-verano

bosteza,
en la medida de lo posible
(y de las cosas),
para abstraer el aire
que me rodea
y asfixiarme

naturaleza muerta

no tengo dinero ni más comida que un gran trozo de queso gruyere que descansa sobre un plato blanco y redondo. era todo lo que había en la nevera. cuando me dispongo a introducir el cuchillo en él, pienso en la Luna, en la Luna llena. me deprime el hecho de atacar a un satélite que bien podría ser un planeta; no soy un alienígena con fijaciones genocidas. sacudo mi cabeza, pero en lugar de pensar en Wall-E, veo ahora las piernas y los culos gordos y esponjosos de mis tías en la playa. me deprime y me da asco el hecho de pincharles las pier… ¿pero qué haces ahí con el queso? mi madre entra en la cocina, me saca de mi momento-queso y salgo corriendo a la escuela.

6.8.08

yuxtaposición

sos vos
con vos
en mí
un yo
sin vos
conmigo
misma

bronquiolo


inspiro, para inspirarme

letal

conforme el tiempo, el niño se hizo hombre y comprendió tal hecho como se comprende el argumento de una novela rosa. ahora estaba ahí, tendido, impasible. no pensaba en el “error de su vida”; es más, ni siquiera pensaba en nada. veía las luces en el techo y el pelo gris de uno de sus verdugos. notó que éste le daba una orden, obedeciendo al rigor del debido proceso. luego del insignificante esfuerzo, el hombre cerró los ojos y, sin decir palabra, permitió que las sustancias que le arrebatarían la vida fuesen entrando, una tras otra, en el torrente sanguíneo. eran tres; su número de la suerte. el tiempo le pareció tan vasto, que al fin pudo esperar tranquilo.

5.8.08

sísifo

soy esclavo de la ley del mínimo esfuerzo; con esfuerzo llegaré a los treinta

fue todo

me fui en un tren sin rumbo
en una siesta de ronquidos seminales
de pronto ya no estaba, huía
mi piel se convertía en un pigmento...
hube una vez también de irme
solo, colgando del anzuelo de la vida
jamás pude esperarme
llovía, el suelo, miraba...

4.8.08

charles, henry, hank, buk...


no estaba muerto, andaba de parranda... just like Elvis

quizás

cuando por fin tengas ojos, mírame

3.8.08

momento vácuo

érase un estetoscopio que enloquecía al escuchar que el corazón más endiablado y cursi prefería enmudecer antes de que algo o alguien se propusiera mancillarlo o aprovecharse de él con más amor del que jamás podría imaginar

jardín

tras la bravata de libélulas
desciendo en tu frente
y te apostrofo con versos cortos
de emisoras verdes

boda coq


hasta que otro gallo cante, o algún paso de cebra nos separe

2.8.08

mister lacan*

la sombra es un espejo, otro


*según niña-pájaro

ríete hiena

me siento tan solo, a menudo... bueno, todos los días (sí, ríete hiena, ¿acaso sabes hacer otra cosa?)... que me da por ir a un Starbucks (2 y hasta 4 veces, diariamente) por el insuperable placer que supone que el o la sonriente dependiente (hiena, ¿sabes que los de McDonald's sonríen más aunque sus dientes sean menos blancos?) me pregunte mi nombre