27.11.08

transcurso de días y horas

lo que ahora tengo y dejo
es lo que soy y seguiré siendo;
lo que tendré mañana
es lo que he sido siempre



24.11.08

façade


el viento enriquece con sangre de adormideras el muro donde se estrella cada atardecer borracho de celajes
[cuadro de hyung koo kang, en arco 2008]

conmemoración de la original epifanía

lo principal es bajar todas las persianas, cerrar todas las ventanas, asegurarse de que todos los pestillos de todas las puertas estén dados, sellar con cinta de embalaje todas las rendijas y obstruir con bolsas de plástico las rejillas de ventilación y los desagües, mover algunos muebles estratégicamente para crear obstáculos y bloquear los principales puntos de acceso/salida. luego lo de rigor: cerrar las llaves de paso del agua y del gas, bajar los automáticos del cuadro de luces y desconectar el cable de teléfono. hecho esto, ataviarse de la siguiente manera: traje Kevlar (o Nomex, según el gusto), máscara antigás y botas de soldador Fragua Plus S3. acto seguido, ubicarse en posición decúbito prono, empuñando firmemente cualquier objeto punzo-cortante y liberando la mente de toda idea piadosa. pasados estos 23 minutos máximos de preparación, cerrar los ojos y esperar. melchor, gaspar y baltasar podrían entrar en cualquier momento

vida

me explayo
en la turbulencia
de un tiovivo
como un anfibio graso
pesado y perezoso

17.11.08

lars von trier's dream

en aquella cantina los borrachos, luego de activar la rocola con ganas de buenas cumbias y compases, le gritaban a la ciega: ¡que braille, que braille!

estadio

dormir,
solo dormir
como un osezno
exhausto
de corretear
detrás de su madre,
haciendo monadas

3.11.08

multiplicación


cada vez que abro los ojos, la sensación de estar involucrado en algo que no me compete acelera mi pulso y desata mi reacción post-diluviana

los otros*

a ver: me rodean un vaso de papel (roto), un lápiz, un bloc de notas, un diccionario, una botella de cerveza (vacía), unos auriculares, un gorro de lana, una lámpara de noche (inservible), un candelabro y un espejo (sucio). todos en prodigiosa quietud, en envidiable calma y en silencio, como si estuviesen pintados; o mejor dicho, esculpidos en su entorno (que también es el mío), formando parte de un gran bajorrelieve que se me hace familiar, pero que no asimilo

al verme aquí, acompañándolos, siendo el único con la grata posibilidad de quebrantar la placidez con la que se comportan, me siento dichoso. podría aplastar el vaso, partir en dos el lápiz, deshojar el bloc de notas, destrozar el diccionario, mear en la botella vacía y estrellarla en la pared, pisotear los auriculares, deshilar la gorra, botar a la basura la lámpara, lanzar por la ventana el candelabro y destrozar el espejo

quiero decir, podría. pero hay un misterio en todo esto que me inquieta. en vez de rodearme podrían acorralarme. en vez de acompañarme podrían atacarme. no lo sé. su estática es sospechosa. a ellos se les podría unir una bota, un plato con restos de manzana, unos calcetines de invierno o bien un calendario. no están solos. nunca lo han estado

mientras le paso tijera a los calcetines o quemo el calendario, los otros se agruparían con otros más (los hay, es cierto) y mi vida correría un serio peligro. ¿para qué entonces las virtuales provocaciones? si eso es lo que piensan ermitaños y anacoretas, no me importa. sólo estoy tratando de apreciar el sacrificio que mi silla, por mencionar únicamente a alguien, hace al soportar el peso de mi inconformidad y desconcierto juntos; sobre todo hoy, que me es difícil vomitar injurias con viveza


*[extraído de Ratario (conmemoración de los posibles días), 2004 © rafael romero]

2.11.08

fobias

al enterarse de que también existían las escaleras eléctricas, además de las sillas del mismo apellido, aquel niño suspiró con descomunal gozo. debido a una de sus tantas fobias, gestaba la esperanza de que si, el rumbo se torcía, no tendría que morir sentado