28.1.09

innombrable

todos se burlan de mi nombre. preferiría no tener un nombre porque por tener uno mis compañeros se burlan de mí y eso no me gusta. estoy cansada de que mis compañeros lo hagan. estoy cansada de mis compañeros y de mi hermano. él también se burla. a mis padres les da risa. no entiendo por qué se ríen de lo que a mí no me gusta. mis padres no son tontos. no pienso mal de ellos. quiero a mis padres, a mi hermano (se llama Ignacio) y a mis compañeros, que tienen muchos nombres, todos distintos, comunes y corrientes. mi padre es muy inteligente. no habla mucho, sólo cuando está en la mesa. se olvida de comer y deja que todo se ponga frío antes de acabarlo. mi madre es muy bonita y trabaja mucho en casa. le gusta que todo esté limpio y en orden. los dos son buenas personas. la gente los quiere mucho, como yo. en casa siempre hay visitas. lo digo por eso y porque si yo no fuera su hija y los conociera, también los visitaría, y los querría. ¿pero por qué me pusieron así? no lo entiendo. mis compañeros tampoco lo entienden. mi maestra tiene que aguantar la risa al decir mi nombre en alto. yo quisiera no contestar nunca y que mis compañeros dijeran ignoraran mi presencia. eso sería lo mejor. entonces todos se ríen y al volver a casa siempre encuentro la misma respuesta. mi madre insiste en que no haga caso, que son cosas pasajeras. mi padre dice sí con la cabeza y se concentra en su lectura. me llamo Amor, por cierto

fantasma


la agonía es vital para sentir que aunque no te vean, existes

en la deshora

medirse, contar las pausas infligidas,
bautizar secretos con nombres populares
y sentarnos para ver que la muerte no es injusta;
atropellarse, lastimar las canciones de cuna
demorar menesteres para consolarnos
al saber que cada vez quedamos menos

cv

lo que más sé es arrastrar el engaño
instalarme en los cinco sentidos de nadie
y creerme el rumor de un discurso
pasional y severamente convincente

todo

podré ser un roedor urgente pero jamás saciarme con retazos de tu cuerpo

9.1.09

ojos

un individuo, inquieto como muchos otros de su especie, suele caminar por las calles de la ciudad. ha descubierto que siempre hay algo nuevo saliendo de alguna pared o de las aceras. su vista no descansa nunca. sus pies, casi siempre, acaban hinchados. sus vivos ojos, todavía en el rostro, van adhiriéndose a las imágenes y extrayendo con precisión y sutileza toda la esencia posible. sabe que al entorno le da por comunicarse mediante imágenes, que éstas pueden ser certeras o engañosas, que siempre dicen más de lo que deben decir, etcétera. su padecimiento le hace imaginar que la ciudad es un gran libro abierto. cada renglón es una calle, cada palabra un edificio, cada letra una puerta. los blancos tipográficos son espacios abiertos, plazas y aparcamientos. el negro de la tinta se disgrega y de él chorrean grises, marrones y cientos de tonos opacos y oscuros. la ciudad. su paisaje

otro individuo, no tan activo como el resto de su especie, se sienta a ver pasar al primero. en su mente sólo se puede conjugar una imagen: ojos. ¡este tipo es todo ojos!, se burla. aunque comenta basándose en una mera apreciación, para él, incluso, sin mayor importancia, está en lo cierto. mientras el otro camina va dejando una imagen que no es la suya propia; o sea, la física o la tangible, sino la de comportamiento. en este caso, el observador percibe ojos. por alguna razón, no le sorprende lo que ve; al contrario, muestra cierta familiaridad al clavar sus ojos en aquel que es todo ojos. situación similar atraviesa otro individuo más, que observa a este segundo desde la puerta del bar de enfrente. y otro más, que observa a este desde el balcón de su ventana. y otro más, que observa a este desde un estanco y otro más y otro más… la función es interminable y la vista suele cansarse

tríptico [estudio karmático; treinta años]







agita la carne, agítala. en la sucesión verás de qué está hecha mi vida

véase: calamidad

es año bisiesto
y te sientes
un clon de Og Mandino
deliberando
sobre tu existencia
con tintes
melodramáticos
y urgidos de autoestima