21.3.09

esplendor

sirenas
musculosas
chapoteando
en un estanque
de white russian
bajo el sol de
Lanzarote

17.3.09

...porque es justo y necesario, amén

su nombre era Alhelí Pocón (1994, San Miguel Acatán) y se cortó las venas de ambos brazos en plena sobredosis de melancolía emo. lo hizo con un cuchillo de obsidiana (mi señor padre y sus aficiones) mientras miraba un concierto de Fall Out Boy en el VH1. yo la encontré tirada, desangrándose, con los ojos idos, los cachetes empapados y la nariz con mocos. había venido a esperar a su mamá, la doña que hace el oficio. me había pedido permiso para sentarse a ver la tele. eh, sí, pasá, le dije y entré con ella para darle el control remoto. su estilo me parecía raro, la verdad (niña-clon-rigoberta-menchú-kelly-osbourne), y me daba curiosidad. ese día le iba a preguntar por qué se ponía el pelo así, se pintaba y llevaba esas pulseras. hay que decirlo: desencajaban con su... traje típico. ¿así se dice? en fin, una simple acotación estética, nada más

pero antes, algo que sólo yo podía hacer. además, un interesantísimo artículo de una interesantísima revista (Taxi), me estaba esperando

cuando salí del baño, pasé por la sala y casi me cago (again) al ver la sangre. corrí a llamar a doña Tencha, que estaba en el patio de atrás, juntando la basura. sus gritos podrían haber servido para que la teleoperadora que me atendió mandara una ambulancia lo antes posible. pero no, para qué esperar. la cargué, la subí al carro de mi viejo y la llevamos al hospital. Alhelí no murió, por suerte, pero según su mamá, me odia por “haberle salvado la vida”. sigue triste, por todo llora, no come, se sale de noche y regresa al día siguiente, indispuesta, parece que el novio la golpea, hay que estarla vigilando, no nos alcanza para internarla, ya intentó matarse otra vez, no, fueron dos veces más, cree que no la queremos, no dejamos que entre en la cocina, ya no sabemos qué hacer, dice que no… cuando le di el regalo, envuelto y todo, doña Tencha no sabía cómo agradecerme. a su hija le va a gustar, le dije. nunca pudo imaginar que lo que viajaba en su bolsa, junto con su suéter, su peine, un pedazo de magdalena envuelta en una servilleta y su monedero, era un cuchillo de obsidiana

pezón big bang


tener que exhumar el delirio con la mano toda en sombra sobre el pecho de una estatua bruscamente mía, es sólo el inicio

16.3.09

strindberg y yo

el fin viene con luto de fanfarrias
y me aburren los fulgores de la tarde
cada coágulo de tiempo y de destino
se me instala en la garganta fatigada
y ¿quién me da un sonido?
¿quién me dice me prive cuanto antes
de los puentes y los barcos asesinos?

geriatría

me asalta lo intangible cuando anhelo asir tu lengua con mi encía

trick

un vistazo, sólo uno
en la ventana del horror girante
en el umbral glacial
de lo infaliblemente falso
sólo uno, para enterarte de mi vida

5.3.09

sin escudo


sabré lamer mis heridas como un felino ensimismado y el circo irá por dentro...

eterna a-dolescencia

luego de oír cinco veces el Nevermind completo, creyó ver la sombra de Kurt en el pasillo hacia el salón. apuró la sexta lata de Amstel, la apachurró y la lanzó a través de la puerta. hoy tampoco, Kurt, me faltan huevos, es eso, ¿para qué mentirte? el eco de su voz se escuchó en gran parte del edificio. todo —él— estaba vacío

efectos grisáceos del fin de un ciclo en palabras de una cría sin camada

madre, ¿dónde estás?
no encuentro mi ropa
vísteme, ponme calcetines
tengo frío, acércate

madre, no apagues la luz
me cuesta dormir
hazme la señal de la cruz
y bésame la frente

madre, se ha ido la luna
la claridad es poca
ven, deja que te toque
tus manos son mi alivio

madre, tu olor, sí
¿dónde está tu olor?
el viento de estas horas
se lo ha llevado todo

tengo miedo, madre
deja que te cuente algo:
he muerto, madre
tu hijo ha muerto

dime a quién llamar
no hay ángel de la guarda
me han roto los juguetes
mis ojos ya no están

4.3.09

historia natural

es que me duele el fascículo, decía Mussolini brincando de un jumento