12.10.08

se sentía intranquilo. había dormido más horas de lo normal y recuperado sus fuerzas, pero no era suficiente. el espejo estaba allí, al lado de la cama, como una puerta fantasma, como una salida. pensar en que debía levantarse y acercarse a un objeto que seguramente reflejaría lo que era, no era precisamente una acción agradable para Baltasar. su cara aún conservaba rastros de lo que ocurriera un par de noches atrás, cuando había decidido armarse de valor y saldar cuentas. si tan sólo hubiera sido un poco más previsor y prudente. si tan sólo. un rosario de quejas atacó su cabeza con reiterados pinchazos en la sien y lo llevó a pensar que era el ser más imbécil de la tierra. las heridas de ese rostro que no deseaba imaginar estaban aún frescas y dolían. lo había hecho. había matado. por fin. eso mantenía en él una leve esperanza, aunque mejor habría sido aceptar su suerte de antemano. aceptar por una maldita vez que un ciego jamás podía matar su imagen en un espejo

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